11 de octubre de 2011

Karakuwa - Día 3

La mañana de trabajo se dividía en dos partes: desde poco antes de las nueve de la mañana hasta las 12 del mediodía (donde teníamos una hora para comer), y desde la una hasta las tres del mediodía.

En el tercer día de trabajo, la primera parte de la mañana seguimos con la limpieza de la misma parcela del día anterior. Esta vez el trabajo era un poco más "costoso", por decirlo de alguna manera, ya que, habiendo quitado todos los escombros más grandes, tocaba separar los restos más pequeños.

Cientos de trocitos de cristales, sobre todo, repartidos por todas partes; bajo las piedras, entre el barro ya casi compacto, entre la maleza... También pequeños restos de madera y hasta había aún algunas pertenencias de la familia que había vivido ahí: un par de casettes de música, un móvil, un reproductor de vídeo o DVD (no se distinguía bien), un juego de Mah-Jong completo metido en su maletín, un móvil, un botecito de maquillaje...








En ese momento te das cuenta de verdad que ahí vivió alguien: ¿una familia con hijos, un matrimonio de ancianos que pasó toda su vida ahí, una pareja...? E irremediablemente esto te lleva a otra pregunta de la que no estás seguro si realmente quieres conocer la respuesta, ni siquiera si tienes el derecho de saberlo: ¿están vivos?


La segunda parte de la mañana nos enviaron a otro lugar, a pocos metros de donde estuvimos antes.





Al ser un pueblo ubicado en la costa pero con colinas alrededor, el agua de estas pequeñas montañas tenía que llegar al océano por algún lado, así que construyeron canales por los que el agua pudiera seguir su curso hasta el océano y no inundarse el pueblo cuando hubieran lluvias fuertes. Pero tras el día del terremoto muchos de estos canales quedaron colapsados con escombros y luego, con el paso del tiempo, también comenzaron a crecer plantas que dificultaban el paso del agua, haciendo que este agua buscara otros medios por donde seguir y se inundaran las parcelas contiguas.



Éste fue nuestro siguiente trabajo: despejar uno de estos canales. Estaba sobre todo lleno de plantas que medían hasta un metro y restos de escombros, sobre todo en una parte del canal donde habían restos de hormigón y cemento colapsándolo totalmente.


No acabaríamos el trabajo en lo que quedaba de mañana, eso ya nos lo habían dicho por adelantado, así que nos dedicamos primero a quitar todas las plantas, pequeñas rocas, restos de pequeños escombros y mucho barro. Con una hoz, a cortar todas las plantas; con las palas, a recoger todo lo que se acumulaba en el fondo del canal.


Y hasta las tres de la tarde sacando sobre todo barro y rocas del canal. El resto del trabajo lo tendríamos que dejar para el día siguiente.

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